¡El mal... de un amor no correspondido!

Antes que nada el prolegómeno de rigor… Agradecer a todos y todas los que siguen mi blog deseándoles lo mejor para este nuevo año. Diciembre debería ser un mes de asueto nacional (ojala algún día)… así que tomé mi respectivo receso. Para iniciar este 2010 nada mejor que el amor como tema central.



Volviéndome loco, derrochando la bolsa y la vida la fui, poco a poco, dando por perdida”

Estas son palabras de un sabio que de amores y música sabe de forma inconmensurable. Hace poco estreno su ultimo disco Vinagre y rosas, altamente recomendado. La cita (Aunque no es de la producción señalada) de sabina viene como anillo al dedo para hablar de un virus que azotó a mis amigos, mi vida y todo lo que me rodeaba en el pretérito.

En algún momento del 2009 todos mis prójimos y su servidor sufrimos del mal de un amor no correspondido. La doctrina no se atreve a encasillar o minimizar en concepto alguno, no hay un definición feliz en el tema, sin embargo podemos mencionar algunos síntomas de la mencionada patología como: La imperiosa necesidad de llamar, de mandar mensajitos, de caer en el ridículo de querer mandarle saldo para que te contesten, esa enfermedad tiene cura, de hecho es psicosomática pero por lo general el patógeno no desea curarse y desea morir de este delirium.

No puedo soslayar que cuando estamos con este desequilibrio mental podemos hacer cualquier cosa, entiéndase literalmente cualquier cosa. Por lo que la contraparte puede aprovechar y sacar provecho de las circunstancias. Un consejo piadoso para quienes son pretendidos... jueguen a ser honestos, saluden a la lealtad, desconozcan la culpa y digan de forma prosaica la verdad. Es lo mejor… ¡No quiero nada contigo! Duele, pero dolerá más después y mucho más cuando sea tarde. Cuando nos engañamos y pretendímos hacer funcionar algo de lo que en el fondo sabemos que no va a más. Así que dejemos de podrir corazones afables y caminemos por las sendas de la verdad.

El problema, el bendito maldito problema es justamente no querer curarse, porque es hermoso sentirse así por alguien a quien idealizas, por quien crees es el amor de tu vida. Llámenme romántico, loco o utilicen el adjetivo que más les parezca, pero no quiero vivir sin emocionarme. Quiero vivir y no pasar por este camino que llamamos vida. Así que me seguiré enamorando, cayendo y cayendo hasta ver la luz detrás de túnel y recuerden que aunque el amor es la enfermedad también es la cura, porque como dice Joaquinito después del derroche y los excesos que pareciere te ayudan a olvidar (este es un punto a ser anilizado en otro post) lo que pone fin al dolor será encontrar de nuevo el amor que se escapo.

Para uno de éstos locos con los que el año inmediato anterior lloramos y que reduce el sentimiento a un desequilibrio químico, convengamos que el amor también cura porque las endorfinas se segregan de un modo increíblemente rápido y con un efecto reparador y sanador casi inmediato, con efecto a largo plazo.