La muerte me saludó un 20 de Octubre.

La noche de mi primera muerte fue como un déjà vu. Una sensación extraña se apoderó de mi tranquilidad durante todo el día. Todo parecía estar predeterminado por un destino maldito que solo aguardó unos meses para arrancar la poca felicidad que me quedaba. Recuerdo ese día con meridiana claridad. Salí del trabajo en punto de las cinco, y me dispuse a comprar ese último ramo de rosas para aquella doncella de cristal. Los sentimientos y sensaciones me invadían poco a poco desbordando el límite de la ansiedad.


Quedamos en un café. Cuando llegue había una pareja muy simpática que retrataba un futuro que podría ser el mío. Pero las señales de los astros eran claras y la angustia se terminó con el peor de los finales. Lo primero fue aquel estruendoso ruido que se producía por la construcción de un edificio al frente, lo que volvía desagradable el ambiente que ya pintaba una turbulencia extraña. Cogí un libro del trabajo para matar el tiempo porque al parecer llegaría un poco tarde.

Cada vez que ella entraba al mundo de los vivos todo se detenía por resolución divina. Aquella no era la excepción. Entró con paso ligero en aquel lugar, caminó hacia mí de forma muy suelta, con generosa sonrisa me saludo, deje el libro, respondí el saludo y entregue aquel último ramo de rosas.

Me miró y preguntó qué leía, desde hace cuanto estaba ahí. Su mirada era muy fuerte y provocaba en ciertas ocasiones una especie de hipnosis. Estaba más tenso que judas en al última cena. Ya había ordenado mientras la espera pero decidí que sirvieran cuando ella llegara. Ella pidió crepas con antipasto, el mesero se equivocó en este detalle y trajo ensalada fresca, ante el reclamo con voz leve que reflejó más sorpresa que inconformidad, se le añadió al plato el antipasto. Comió con un poco de prisa, algo usual en ella, dejó la ensalada, no la toco.

La conversación fluyo de forma natural, después de algunos días sin vernos, ni hablarnos, había tanto que decir que el tiempo transcurría sin hablar del motivo de la cita, anteriormente me había comentado que la decisión estaba tomada. Y era el momento definitivo de lo que anteriormente había denominado mi sentencia inapelable.

Mientras hablaba. El ambiente era cálido, la luz vívida y el clima agradable, no se escuchaba más que sus palabras, aunque a decir verdad fui yo quien más hablaba sin parar, quizá producto de los nervios y la ansiedad. De repente no pude aguantar más y pregunte si tenía una decisión como había dicho... Dijo: Sí, después de pensarlo detenidamente y de manera aséptica... no lo veo más que como un amigo -Dijo amigo- lacónica y sincera respuesta.

El cuerpo se me puso más tenso que antes, aprecié como se contraen los músculos y apareció el dolor insoslayable, sentí el primer disparo en mi cuerpo, me estremecí, pero cual gato en caída libre que siempre cae en cuatro patas... sobreviví el impacto!! Procedí a enumerar las infinitas posibilidades de aguardar por un quizás, de mantener la esperanza en cuidados intensivo, y dejar abierto el camino de un tal vez; La insistencia era necia, y deferí la muerte categórica, era mejor a un futuro hipócrita. Cuando la esperanza se termina se pierde toda posibilidad, es como caer al más profunfo fondo del mar, a un abismo infinito del que no es posible regresar, pero al menos en ese abismo hay certeza, se termina la angustia para dar paso a la desolación y la muerte.

Remató la faena con dos tiros al pecho y uno a la sien. La sangre fluía y mientras sangraba sin cesar mis ojos se inundaron de dolor, la sangre confundiese con el llanto color de las rosas que no eran rosa, eran violeta oscuro, los latidos se vuelven taladros y poco a poco el cuerpo reciente el impacto, ya no hay vida, en estos últimos momentos mi alma se despide del cuerpo dándole un beso en la frente como cuando nuestros padres nos dicen buenas noches.

Pude ver como mi alma subía hacia la luna. Mientras se despedía me miraba con ternura y trémulo dolor, mi alma estaba confundida al creer que iba de visita al paraíso, cuando tuvo una distancia considerable entendió todo. Al ver mi cadáver sobre la mesa con la mirada fija, rodeado del amalgama de llanto, sangre y dolor lo comprendió, y lloro de dolor, y lloro de amargura. Su llanto caía como roció sobre mi cuerpo y mientras se alejaba y se desvanecía entre las pocas nubes de esa noche. Cuando aquellas lágrimas tocaron mi cuerpo regrese, cada gota de llanto de mi alma penetro por la heridas llenando de frio y calor que invadió mi cuerpo. Regrese! regrese sin quererlo y sin pedirlo. En ese momento yo prefería permanecer muerto pero no fui consultado sobre mi destino. Simplemente abrí los ojos rojos y las rosas me saludaron con lástima sutil disfrazada de ternura.

Me limpie el exceso de sangre, limpie mi ropa, toque mis heridas, solo tenia la cicatriz en la parte superior izquierda de mi pecho, era grande y roja como carne viva recién quemada. Mi cuerpo estaba impávido, frío, vacío, desolado y sin sentido. Me preguntaba porque seguía vivo, mi corazón latía tenue, se me había concedido seguir, aunque no lo quisiese, aunque no entendiera el porqué?. Caminé despacio y me limpie el dolor. Corrí sin destino buscando mi alma, pero no estaba, era tarde!! Ya no era mía, ni de nadie!

Después de ese día todo fue distinto. Los sabores no existen, los colores son opacos, no existe el naranja, ni amarillos, pero el que más extraño es el rojo, el color rojo violeta de las rosas que tan gravado tengo al ver brotar la sangre de mi cuerpo, que tan marcado está en mí con la cicatriz que ya no puedo ver. Al parecer estas marcas no se pueden ver, solo se pueden sentir. Desde entonces deambulo entre las sombras. Como menos que antes y duermo poco, quizá la del apetito era mi alma, y el sueño no es tan necesario porque los cuerpos sin alma y lo digo con propiedad pesan menos!

Tengo la sensación de vivir errante. Estoy convencido que después de esto no hay más vida, esta ya no es vida! Nadie entiende que estoy muerto, todos ríen y dicen ya pasará, estás confundido, y explican su verdad. Nunca he podido entender cómo pueden sentir lo que yo, supongo que hablarán con mi alma por medio de los sueños.

No sé qué paso a ciencia cierta, sin embargo, estoy convencido que parte de mí murió ese día, la parte de la felicidad y de la capacidad de amar que es tan generosa y que cree erróneamente que con todo ese amor alcanza. Ahora soy un hombre sin alma destinado a vagar por este mundo en busca de una ilusión que me permita subsistir o sobrevivir, vida ya no hay de eso no tengo duda. Mi duda es otra, me preguntó cuantas veces podré morir? Mientras seguiré esperando otras muertes, hasta que llegue mi muerte definitiva. He meditado y creo que necesito caminar con los fantasmas y buscar mundos distintos para entender que me ha pasado, mientras tanto seguiré en busca de aquello que perdí aquel 20 de Octubre.

1 comentarios:

Lara | 25 de noviembre de 2009, 21:24

interesante forma de describir un rechazo,
todos dicen ya pasará, en realidad algun dia pasara pero se siente eterno... algun dia encontraras lo que perdiste.. todo regrsa de una manera
by the way: me gusta tu forma de escribir

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