Lucky

Este post nace de la imperiosa necesidad de hacer un reclamo que necesito exteriorizar de alguna manera. Se trata de la muerte de Lucky, pero antes debo explicar un poco el contexto del texto.

En mi vida he tenido tres perritos, todos pequeños. Del primero no tengo muchos recuerdos solo por referencia de mis padres. Se llamaba papa John, lo único que recuerdo aparte del nombre es que era de esos chiquito peludos y colochos, color blanco, lo curioso del nombre es que dicen mis progenitores que yo lo reconocía en realidad como mi padre, que mis papas en aquel entonces eran tres, mi abuelo materno, mi padre biológico y papa John pero de este no tengo mucho más que contarles.

Lo que atañe a este post es sobre mi segundo cachorrito. Se llama Lucky y es a quien más extraño y quise, recuerdo cuando mi tío tato (por Edgardo) mejor conocido como el negro lo llevo como un regalo de una novia, lleno la casa de alegría y felicidad, en aquel momento vivía en casa de mi abuelita. Lucky era un perrito pequines, agrisado, alegre y juguetón aunque de mirada triste pero sincera, una amor de pelos, sin embargo una mañana cuando desperté ya no estaba y ese es mi reclamo y el móvil de las presentes líneas. Más adelante volveremos a este suceso.

El tercer perrito era nena, la llamamos pringa, por que parecía una gotita de lluvia y mi abuelita a las gotas de lluvia les llama pringas. La pringa era familia de Lucky así que el parecido era notable, aunque mi cariño por esta nunca fue similar al de Lucky. Después de un tiempito nuestra señorita se volvió mujer y muchos cachorritos de las casas aledañas llegaban a la nuestra por los inexorables deseos de procreación con nuestra pringuita. Era insoportable tener que abrir la puerta de la casa y encontrar a quince perros con la lujuria expresada en sus ojos hinchados y esas lenguas de fuera. En vista de estas intemperies los grandes de la casa decidieron regalar a la pringa a un familiar lejano a quien visitábamos esporádicamente y meses después de su partida la pringa murió por la picada de un alacrán. Esto jamás lo sentí de igual manera como la muerte de Lucky.

Retomando el deceso de Lucky a quien dedico este post, esa mañana se me dijo que no estaba, ante mi insistencia los mayores daban diversas repuestas hasta que no pudieron soslayar la verdad por mucho y la forcé la confesión. ¡Lucky murió dijo una voz! de ahí en adelante la avalancha de preguntas de mi parte… y donde está!!!, que le hicieron!!!, lo quiero enterar con mis manitas!!! … la justificación de no llevarme a enterrarlo es lo que aun no entiendo, asumieron que yo a mi corta edad no entendía la muerte de mi perrito.

A Lucky lo enterraron en un cementerio de verdad el cual se encuentra ubicado
a la par del Cafetalón, hoy complejo deportivo de Santa Tecla que en aquellos tiempos era unos pedazos de tierra, la verdad las canchas no han cambiado mucho pero sus alrededores sí.

Me duele que a pesar de mi temprana edad se me privara de algo tan noble como enterrar al único perrito que despertó esos sentimientos tan puros, me duele que hayan decidido por mí, me duele no poderme despedir de Lucky a quien ame y amo, el que diga que no se puede amar a los animales no tiene corazón.

Lucky no está muerto, Lucky no murió y nunca morirá. Lucky salió y algún día volverá porque hasta el día de hoy no me he despedido de él y nadie me ha podido explicar lo que sucedió.

Los valores y las Marías

De los recuerdos más presentes que tengo de mi niñez son las anécdotas en mi escuela. Estudie de primero a noveno grado a lo largo de nueve años ininterrumpidamente en la Escuela Mixta Unificada Alberto Masferrer. Por aquellas épocas no existía eso de Centro Escolar. Deseo señalar que desde pequeño se sido fiel a ciertos valores que aun conservo a pesar de mis locuras y que de no seguir definitivamente tendría una mejor calidad de vida al menos en el aspecto monetario pero con el sin sabor de ser lame culos, carroñero, rémura, o una puta, puto en mi caso.

No es que sea puritano pero en mi vida he tenido muchos casos en los que por obrar de acuerdo “a lo correcto” termino mal, el siguiente es uno.

Dentro de mi grupo de amigos “hombres” existen códigos. Siempre hay reglas no escritas como: no cortejar hermanas, novias, ex novias y madres por supuesto. Y entre estas normas una muy importante es: Si alguien declara el amor por una fémina advierte al resto del redil sus intenciones (Las consecuencias de esto los abarcaremos en profundidad en otro post).

Recuerdo que 6to grado el amor de mi vida se llama Maria Auxiliadora, señorita encantadora de sonrisa angelical, piel de níveo, ojos grades y claros, cabellos dorados como el sol. Tal era el encanto que sentía que sí en ese momento me dice cásate con migo lo habría hecho a velocidad de la luz. Eran tiempos donde el amor era cosa de manita sudada y los besos no pasaban de la mera intención, era amor puro que no necesariamente es amor.

Sin embargo, un maldito apresurado, compañero al que únicamente recuerdo por el nombre de Edgar se adelanto en mis intentos de cortejo al declarar previamente sus cándidas intenciones sobre aquel ángel del que estoy seguro Dios había enviado a protegerme. Cuando Edgar dijo: “me gusta la auxi” como dirían los abogados previno competencia,en base al aforismo jurídico “primero en tiempo, primero en derecho” No tenia de otra que resignarme al amor incondicional en mis adentros, amarla en silencio y seguir con mi vida.

Pero el problema era que junto a Edgar habíamos diseñado el plan para declarar nuestros sentimientos de forma conjunta el 14 de febrero de ese año, sería aquel honorable caballero que me acompañaría en la difícil tarea del ceremonial cortejo algo muy serio en el sexto grado de mis tiempos, se convertiría en mi Sancho si fuera el Quijote, como dirían los gringos mi “wingman”.

Todo se había complicado por haber expresado a Edgar que amaba a una compañera y no decir de quien se trataba, por tanto, cuando él expreso de forma oral y contundente el nombre de su pretendida, se había perfeccionado la prevención, simplemente hablo antes y no podía decir también que era la auxi, que ambos le amábamos por el honor y respeto a él, por lo códigos mencionados con antelación.

Mi solución ante aquella encrucijada debía ser espontánea y así fue. Debía elegir a otro espécimen agradable al buen ojo de lo que pensarían mis compañeritos, a esa edad e incluso en la adultez muchas veces dejamos que otros decidan por nosotros.

Sin pensar mucho dije: “me gusta la Lissette”.

María Lissette Espinosa Cienfuegos (por cierto sobrina del ex futbolista y seleccionado nacional) a quien recuerdo con gran afecto era una niña muy linda, piel trigueña, cabello rizado que le caracterizaba y de un hablar muy particular para su edad, era una compañera que sin lugar a dudas despertaba atracción, pero mi amor no era hacia ella, mi declaración respondía a las fuerzas de la resignación pero yo mismo me había metido en camisa de once varas.

Ambos planeamos sendos regalos a nuestras damiselas para el día de los enamorados y hacerlo de forma conjunta para evitar la maldita pena de hablar con las féminas. Lo hicimos y ninguno de los dos tuvo los resultados esperados. Edgar era un liliputiense dentro de un país de umpa lumpas, en sexto grado todos éramos diminutos, su empresa no tuvo réditos y en mi caso nunca tuve respuesta alguna, puede ser, que en mi caso la táctica fallo por la inexperiencia, porque el regalo se lo robe a mi mama y me castigó Dios, o porque no tuve la delicadeza de expresar ninguna palabra en tarjeta o papel, en ese momento creí que bastaba un regalo para formalizar algo.

Lo peor es que tal vez y solo tal vez, Maria Auxiliadora hubiera aceptado mi amor, después supe que sentía simpatía por mí auque no estoy seguro si era por mis encantos o por el mito urbano que yo tenía nacionalidad estadounidense, juicio muy lejano a la verdad. Ese año por mi mala conducta fui cambiado de turno a la mañana y nunca la volví a ver.

Lo único que lamento es que si era el amor de mi vida lo perdí. por no apostarle al amor sobre los valores que seguía y sigo sin cuestionar de forma mecánica, no pretendo con esto hacer una apología a la rebelión de los valores en los que creemos, simplemente creo que hay que repensar siempre lo que se cree y no actuar por la inercia de la costumbre en decisiones trascendentales como el amor de sexto grado………perdí el amor de mi vida… ahhhhh……María Auxiliadora te amo.

Cada quien tiene sus opciones

Hace un par de días me reuní a celebrar el cumpleaños de un muy buen ex-compañero de la universidad con quien tenemos amigos en común. La celebración se volvió múltiple debido a que hace pocos días contrajo nupcias, su esposa está embarazada y ese día hizo el anuncio de la sexualidad de su primogénito, al menos si lo delimitamos al tipo de órgano reproductor con el nace.

Este tipo de celebraciones me encantan, departir con compañeros con quienes cada vez por diversos motivos frecuentas menos, compartir dichas, hobbies, anécdotas, hablamos de todo un poco. Días antes de esta festividad, la pregunta obligada de mi parte al anfitrión aunque muy poco discreta fue, ¿Por qué te casaste? La respuesta, una muy frecuente y es que su esposa esperaba un bebito y él era de la creencia que ante estas situaciones como “hombre” lo mejor es casarse.

Además de ese evento particular a medida pasan los años en mis reuniones con los colegas, son repetitivas las frases enunciativas como: ya me case!!! tengo un hijo!!!!. Que a mí nunca dejan de sorprenderme, todos me preguntan recurrentemente si no pienso casarme y tener familia.

El introito anterior me plantea dos cuestiones que deseo exteriorizar. El primero es que todos tenemos opciones diferentes en nuestras vidas, así como ellos sienten extraño que yo no me he casado y no tenga hijos y familia, yo me sentiría totalmente frustrado sí a estas alturas mis ideales, metas y sueños se basaran en la típica familiar nuclear que se me enseño en primaria, “La familia” que hoy por hoy es muy cuestionada, de acuerdo a medicina legal la mayoría de violaciones son perpetradas por familiares [este es tema de otro post]. Debo aclarar que en el fondo sí quiero un familia, me encantan los niños “pero quiero tenerlos cuando quiera tenerlos” no por ritmitos, uso inadecuado de condón o simplemente omisión del uso del profilácticos o métodos anticonceptivos.

El segundo es que no dudo de los buenos sentimientos de mi colega y desde ya le deseo lo mejor para su vida, a él y a su familia, pero este tipo de uniones a veces apresuradas o forzadas fruto de una serie de eventos desafortunados no tienen el desenlace más feliz. No entiendo y no comparto la idea de que un hijo debe forzar la unión de una pareja, creo que cualquier unión entre dos personas debe basarse en el amor y deseo de vivir, compartir con el otro.

Finalmente debo acotar que me sorprendió grandemente un encuentro que tuve hace mucho en el colectivo con un compañerito de la primaria. “El abuelo” como es y será siempre su apelativo se caso hace muchos años. Mi determinación y a veces terquedad de que otros piensen como yo me hacía suponer que él no es feliz por haber procreado a los 18 su bebe y ahora espera un segundo, como siempre al toro por lo cuernos – mi pregunta obligada: ¿Por qué te casaste? La respuesta escueta pero la sentí tan sincera: “por que soy feliz”. Esta respuesta me hizo pensar que la felicidad de uno difiera mucho de las de los demás, de hecho la designación del nombre de mi blog no obedece al azar, creo que todos tenemos o vivimos en una burbuja, acá comparto parte de la mía. La complejidad del ser humano hace tan heterogéneas nuestras ideas, sueños, formas de pensar y vivir que hoy por hoy estoy convencido que lo mejor es la tolerancia a los demás, tal vez no los entenderemos, no compartimos sus ideas y es porque cada quien tiene sus opciones.

Lo peor del amor (Joaquín Sabina)



La entrada de hoy es un homenaje a uno de mis artistas favoritos Joaquín Ramón Martínez Sabina, y quiero compartir con ustedes un soneto que me parece sublime de su libro “Ciento volando de catorce” publicado en 2001 y donde se encuentra esta joyita:






Lo peor del amor (Joaquín Sabina)

Lo peor del amor, cuando termina,
son las habitaciones ventiladas,
el solo de pijamas con sordina,
la adrenalina en camas separadas.

Lo malo del después son los despojos
que embalsaman los pájaros del sueño,
los teléfonos que hablan con los ojos,
el sístole sin diástole ni dueño.

Lo más ingrato es encalar la casa,
remendar las virtudes veniales,
condenar a galeras los archivos.

Lo atroz de la pasión es cuando pasa,
cuando, al punto final de los finales,
no le siguen dos puntos suspensivos.

Niño de dos años fumando

Lo que puede encontrarse en la web es increíble, en el siguiente link un niño de dos años fumando con una prolijidad y soltura increíble, al parecer es en china… sin comentarios.